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Una apuesta por la cultura ciudadana y la inclusión social
Si usted camina por La Plazuela los verá. También se los topará en el Centro, de espaldas a la India Catalina o enfrente de la Torre del Reloj. Están allí, entusiastas, trabajando y educando. Son los Vales del Almirante Padilla, un equipo de jóvenes que viven en zonas vulnerables y que desde hace más de dos años, de la mano de la Alcaldía de Cartagena -por intermedio de la Escuela de Gobierno y Liderazgo-, intentan producir cambios culturales entre la ciudadanía, como el aseo en las calles o el correcto tránsito peatonal.
En pleno Centro Histórico, frente a la Torre del Reloj, una mujer busca desesperadamente cruzar hacia el Camellón de los Mártires, e intenta pasar en medio de los vehículos que a esas horas transitan velozmente hacia el barrio Bocagrande.
“Señora, disculpe, la invito a cruzar por la cebra”, le dice un joven de cachucha roja.
La señora, apenada, le da las gracias y hace lo que le indica el pelado, quien le ofrece una sonrisa mientras retoma su camino.
De la misma manera actúan varias decenas de jóvenes –chicos y chicas- algunos de los cuales pertenecieron a pandillas; unas, a pesar de su juventud, son madres de cabeza de familia; otros son discapacitados; y varios llegaron a Cartagena desplazados por la violencia. Pero todos tienen en común que, con un entusiasmo contagioso, usan la comunicación directa y personalizada para intentar cambiarles la mentalidad a numerosos hombres y mujeres que históricamente han recibido la crítica, generalmente bien ganada, de no tener cultura ciudadana. Esa es su tarea vital: ser los vales que le dicen al otro cómo deben actuar, para el bien de todos.
Así nacieron los Vales del Almirante Padilla
A principios de 2008, la Alcaldía puso en marcha un programa de Cultura Ciudadana, el cual fue asignado a la Escuela de Gobierno y Liderazgo con el objetivo, según el coordinador del programa, Juan Camilo Oliveros, de “matar dos pájaros en uno: trabajar temáticas relacionadas con la cultura ciudadana y aportar a la inclusión socioeconómica de cartageneros en condiciones de riesgo”.
El proyecto se denominó ‘Vales del Almirante Padilla’ por dos razones: la primera para resaltar la participación de José Prudencio Padilla en la independencia absoluta de la ciudad, en 1811, muchos años antes de su hazaña en la Batalla de Maracaibo, por la cual es más conocido en el resto del país; y la segunda, porque Padilla había conformado en Cartagena una brigada cívica para atender asuntos de la ciudad que en ese momento no eran atendidos por un gobierno local, como el aseo de las calles y el mantenimiento de plazas y jardines, entre otros. Y en la ‘Heroica’ el vale es el amigo, el compinche. Por eso el nombre completo del programa.
Los Vales, todos con sus camisetas blancas y sudaderas rojas, realizan talleres de expresión corporal y verbal, conocimiento de su cuerpo, atención al ciudadano y en temas relacionados con las intervenciones que estén por realizarse, buscando que estén informados y que sepan cómo trasmitir un mensaje capaz de orientar a otras personas. Por grupos también hacen talleres de profundización en teatro, danza, maquillaje corporal y de efectos, títeres, gaita, zancos y radio callejera, entre otros.
“Nos demoramos cerca de dos meses en seleccionarlos, vincularlos y darles las primeras indicaciones, las cuales nunca terminan ya que durante los 11 meses que dura el proceso se trabajan permanentemente las competencias laborales y ciudadanas”, asegura Oliveros.
“Adicionalmente”, expresa Oliveros, “de acuerdo con las recomendaciones de nuestros consultores, es imperativo que los Vales del Almirante Padilla no provengan de un mismo segmento poblacional, dado que la interacción entre las distintas poblaciones, además de enriquecer el programa, contribuye al proceso pedagógico y facilita las intervenciones.”
Recientemente, a los Vales se han integrado jóvenes que, los domingos de fútbol, integran las barras bravas de varios equipos.
Cultura ciudadana, cuestión de orientación simbólica
Los Vales del Almirante Padilla iniciaron su trabajo en 2008 ubicándose en lugares de alta afluencia y con un cierto desarrollo de su infraestructura física –especialmente los sitios intervenidos por Transcaribe- buscando ser agentes promotores de la mutua regulación, de tal manera que si una persona, por ejemplo, atraviesa la calle por un lugar distinto a la cebra o ignorando el semáforo en rojo, el Vale hace la demostración de cómo debe actuarse correctamente.
Los Vales trabajan en dos sub programas: ‘Vales del Peatón’ y ‘La Buena Pa’ Ti’. Quienes hacen parte del primero usan un protocolo de comunicación que consiste en saludar a la persona, presentarse y posteriormente hacerle una invitación o recomendación relacionada con la movilidad peatonal; luego le indica los riesgos a los que se expone si no atiende la recomendación y, por último, se despide. Quienes integran el segundo se esfuerzan por reconocer públicamente el buen comportamiento de ciudadanos y ciudadanas: si alguien espera pacientemente que el semáforo cambie a verde para pasar una vía, o camina varios metros para cruzar por la cebra, o conserva un papel en la mano hasta encontrar la caneca en donde botarla, siempre habrá un Vale diciéndole en voz alta, con el puño cerrado y el pulgar hacia arriba: “¡la buena pa’ ti!”
La parte simbólica y teatral es importante para diseñar y transmitir el mensaje. Por ello los Vales fabrican –ellos mismo- medallas que son regaladas, como premio, a ciudadanos que se constituyen en un buen ejemplo para los demás. O carros de icopor con los cuales llaman la atención de conductores y transeúntes. A los primeros, recordándoles guardar las distancias y respetar las cebras; y a los segundos, indicándoles el peligro que encierra cruzar por el lugar inapropiado y atravesar con el semáforo en rojo, entre otros.
De acuerdo con el coordinador del programa, es gratificante observar cómo muchos ciudadanos, aún sin la presencia de los Vales, han comenzado a rechazar las prácticas de quienes no cruzan por las cebras y se pasan el semáforo en rojo; y que los conductores tienden a respetar los senderos peatonales y los ciudadanos se sienten más seguros en presencia de los Vales.