miércoles, 29 de septiembre de 2010

Convocaroria de gestoras y gestores de cultura ciudadana

Con el objetivo de conformar un banco de recursos humanos de gestoras y gestores de cultura ciudadana que facilite la selección de profesionales con capacidad para coordinar acciones de cultura ciudadana, orientar el proceso de formación en competencias ciudadanas y laborales de los Vales del Almirante Padilla como sujetos derechos y agentes de cambio; y dirigir la gestión de éstos hacia la promoción de prácticas ciudadanas que faciliten el ejercicio de derechos y deberes de la ciudadanía, la Escuela de Gobierno y Liderazgo de la Alcaldía Mayor de Cartagena de Indias ha abierto hasta el próxiomo 6 de octubre de 2010 la convocatoria para gestores y gestoras de cultura ciudadana.

Descarga el documento de la convocatoria aqui:

Ceres forman ciudadanos sostenibles

REDACCIÓN LOCAL, EL UNIVERSAL
CARTAGENA
 
Con el objetivo de formar cartageneros con cultura ciudadana, responsabilidad ambiental y emprendedores, se puso en marcha el programa Ciudadanos Sostenibles en los Centros Regionales de Educación Superior – Ceres.


Esta estrategia es liderada por la Secretaría de Educación Distrital, y cuenta con el apoyo de la Escuela de Gobierno y Liderazgo, el Establecimiento Público Ambiental (EPA) y el Centro de Emprendimiento Pedro Romero – Cemprende.

El asesor para la Educación Superior de la Alcaldía de Cartagena, Ramiro Ensuncho, dijo que serán más de 2.800 estudiantes los que se beneficiarán de estas cátedras.

Este semestre el programa se desarrollará todos los sábados en los siete Ceres que están en el área urbana de Cartagena (Nelson Mandela, Daniel Lemaitre, El Bosque, El Pozón, Olaya Herrera, El Carmelo y San José de Los Campanos).

LOS PROGRAMAS

La Escuela de Gobierno y Liderazgo se encarga de desarrollar el concepto de ‘ciudad’ a partir de muestras históricas y culturales, y con dramatizados de los Vales del Almirante Padilla, motivan a los jóvenes a proponer acciones en sus comunidades que promuevan la confianza en los otros.

Por su parte, el EPA les presenta a los estudiantes la situación ambiental de Cartagena y luego en foros abiertos, los invita a plantear soluciones desde la perspectiva del quehacer ciudadano.

El Centro de Emprendimiento Pedro Romero - Cemprende, presenta su portafolio de servicios en las cátedras y motiva a los estudiantes sobre la importancia de propiciar una actitud proactiva a la creación de empresa. También orienta a los jóvenes en la elaboración de hojas de vida, entrevistas de trabajo y clima laboral dentro de un contexto globalizado.

Adultos mayores de San Francisco pidieron a los conductores respeto

RUBÉN DARÍO ÁLVAREZ P., EL UNIVERSAL Adultos mayores de San Francisco pidieron a los conductores respeto


Cartagena, Colombia


 
Con una jornada de educación para conductores, los adultos mayores del barrio San Francisco apostaron por la vida y por el respeto al prójimo.


La actividad se desarrolló en el tramo de la Carrera 17, que corresponde al mencionado barrio, pero específicamente a las puertas del Centro de Vida Santa Mariana, en donde se aglutinan las personas de la tercera edad del sector.

Desde las primeras horas del día los ancianos se apostaron en ambas orillas de la arteria vial, portando carteleras que decían “Señor conductor: disminuya la velocidad. Hágalo por respeto a la vida de nosotros, los adultos mayores del CDV San Francisco”.

Otros mensajes rezaban: “Señor conductor: baje la velocidad. Permítanos cruzar la vía....” o “Adultos mayores del CDV de San Francisco, en acción por el derecho a la vida”.

Al mismo tiempo, los manifestantes, armados con avisos de “pare”, detenían unos segun-dos a los vehículos y aprovechaban para entregarles a sus conductores volantes que decían:

“Señor conductor: por favor, disminuya la velocidad. Recuerde que en este lugar funciona el Centro de Vida de San Francisco, dependencia del Distrito, que le presta un buen servicio a la comunidad de adultos mayores de este barrio y sectores aledaños, donde las personas que recibimos atención debemos cruzar la vía. Por favor, ayúdenos. Que Dios se lo pague. Hoy nuestros pasos son lentos. Hoy nuestra visión no es muy clara. Hoy nuestros oídos no fun-cionan bien. Pero queremos vivir. Tú puedes ser mi hijo, puedes ser mi nieto o mi sobrino. Y yo puedo ser tu padre, tu tío o tu abuelo. Ayúdanos a seguir viviendo”.

Actuar y esperar

“Jornada Cívica de Adultos Mayores del Centro de Vida del barrio San Francisco Por una movilidad segura” recibió por nombre la actividad en la que los involucrados expresaron su inconformismo con ciertas situaciones anómalas que los rodean.

De acuerdo con Bernardo Romero Parra, asesor de la Secretaría de Desarrollo y Participa-ción Ciudadana del Distrito, esta iniciativa surgió de una capacitación que recibieron las per-sonas de la tercera edad sobre participación ciudadana, en la que se les inculcaron los meca-nismos que brinda la Constitución Nacional para que los miembros de cada comunidad par-ticipen en la solución de sus problemas.

“Pero lo principal —agregó Romero Parra— es que se les recalca que, aún como adultos mayores, tienen la capacidad de emprender su propio desarrollo y ser útiles para los demás”.

La jornada estuvo acompañada por los jóvenes que integran el programa “Los vales del almirante Padilla” y por un grupo de reguladores de la Oficina de Atención Vial del Datt.

Dijeron los afectados que con frecuencia, en la Carrera 17, se presentan accidentes, espe-cialmente con las mototaxis, cuando los ancianos deben cruzar hacia los sectores que hacen frente con el Centro de Vida.

“Cuando está lloviendo —agregaron—, es mucho peor, porque es cuando los carros trafi-can a mayor velocidad y las corrientes de agua no dejan que uno vea las aceras”.

Los funcionarios del Distrito, en cabeza de la directora de Participación Ciudadana, Nu-bia Chams, recalcaron la importancia de que los adultos mayores tomen cartas en la erradica-ción de los problemas que los afectan.

“Si nos prometieron un semáforo y una cebra —explicó Chams—, no nos sentemos a es-perar a que eso llegue. Vayamos emprendiendo iniciativas como la de hoy, para que las cosas mejoren”.

Los ancianos aprovecharon para insistir en que otro de sus grandes problemas es la cre-ciente delincuencia juvenil que tiene cercado a San Francisco.

“En la misma puerta del Centro de Vida, y a plena luz del día, nos han atracado no sólo a nosotros sino también a los funcionarios que vienen a colaborarnos con alguna charla o cual-quier otra cosa”, relataron.

Respecto a este tópico, Bernardo Romero destacó que una parte importante del proceso, “es que ustedes no dejen de darle cantaleta a sus nietos para que tomen el camino correcto. De esa forma también están participando de las soluciones que requiere la comunidad”.

Por ello establecieron el itinerario de los próximos días, en los cuales visitarán el Colegio Corazón de María, en donde dialogarán con los estudiantes sobre la situación del barrio y so-bre cómo ser personas de buenos procedimientos.

Posteriormente, organizarán una reunión con los altos mandos de la Policía Metropolita-na de Cartagena, con quienes dialogarán sobre la delincuencia el pandillismo que azota a la zona.

Esta misma iniciativa, anunció Nubia Chams, también se pondrá en práctica en los cen-tros de vida de los barrios La Esperanza, César Flórez y San Fernando, en donde existen pro-blemas con las mismas características de San Francisco.

DEIVIS GONZALEZ, UN VALE DEL ALMIRANTE: Dándole paso a la vida

ERICA OTERO BRITO - EL UNIVERSAL

Vestido con su uniforme que lo identifica como un facilitador del grupo Vales del Almirante Padilla, Deivis González Rodríguez escucha la propuesta de contar su vida para que otros jóvenes en riesgo tengan la certeza de que cuando se quiere se puede.

Tras un breve silencio, exclama con mucha tranquilidad: “me hice pandillero para defenderme. Después pelear se me convirtió en una necesidad, mi cuerpo lo pedía. Uno de los motivos por lo que uno no deja las pandillas es por lo que siente por los amigos. Ellos son los que te brindan su apoyo. En la retirada de una pelea es cuando tu compruebas la lealtad de tu grupo. Si te quedas de último, solo, y te dejan a tu suerte es porque no te consideran, pero si hay un sentimiento verdadero regresan a seguir exponiendo la vida por ti”.

Sentado, en la sala de visita del periódico El Universal, Deivis cuenta que creció, en el sector El Pueblito, (en las faldas de la Popa) al cuidado de su abuela materna desde los 9 meses de edad, cuando su madre se mudó de casa para formar un nuevo hogar. Siempre ha tenido contacto con ella, pero nunca ha vivido a su lado. A su padre, lo conoció apenas en el 2001, a punto de terminar el bachillerato. Se ilusionó con su ayuda para seguir estudiando, pero no ocurrió así.

Después de cumplir la mayoría de edad, sintió el deseo de ganar su propio dinero y como lo hacen varios de los jóvenes en las faldas de La Popa se dedicó a subir la mercancía de las tiendas que quedan en lo alto del cerro.

“Nos veíamos obligado a defender la mercancía porque si nos las robaban teníamos que pagarla. Con frecuencia los pandilleros de California nos atracaban. Un día uno de estos muchachos intentó atracar a mi mejor amigo, pero él se defendió con una piedra. Con tan mala suerte para mí que ese día él vestía una camiseta y una pantaloneta que yo le había prestado. Al día siguiente me puse esa misma ropa y fui atacado a piedras por varios amigos del atracador, quienes me confundieron con mi amigo”.

En retaliación nació la pandilla “Los Poquiticos” liderada por Deivis. El nombre se lo puso la misma comunidad al ver que eran sólo cinco muchachos haciéndole frente a pandillas que los superaban ampliamente en número de integrantes. Con el tiempo llegaron a ser más o menos 12.

“Hubo varios que se nos quisieron aliar, pero debimos decirles que no porque desconocían el origen de nuestro grupo y sólo querían aprovecharse de nuestro nombre para encubrir sus fechorías y drogarse”.

En el historial de peleas de Los Poquiticos se cuentan dos muertos de este bando. “El riesgo de morir ponía nervioso a nuestros familiares. La señora con la que yo vivía, (diez años mayor que él) se metió varias veces en medio de las peleas a sacarme. El tema de la familia es complicado, en mi caso y en el de dos primos que estaban conmigo en el grupo, el talón de aquiles era mi abuela. A nosotros no nos daba miedo enfrentarnos con cualquiera, pero cuando terminábamos de pelear nos escondíamos de ‘mami’ porque nos esperaba en la esquina para levantarnos a palo y eso nos daba pena. Una vez uno de nosotros le hizo un changonazo a un pelao de Palestina y del susto ese ‘man’ se cayó; entonces un amigo de nosotros que lo creyó muerto corrió para la casa de mi abuela a decirle que habíamos matado a alguien, esa señora ese día nos dio una tunda. Siempre me preguntaba si me iba a pasar toda la vida así”.

Cuenta regresiva

En el recorderis de su faceta como pandillero, Deivis saca de su billetera una carta escrita por él. “Este papel me acompaña desde el primer día de Los Poquiticos”. Es una carta muy fraterna en la que se despide de sus familiares y amigos en caso de morir en una de las riñas.

“En una pandilla uno está listo para morir en cualquier momento”. Sus propias palabras parecen haberlo inquietado interiormente porque inmediatamente él mismo se interpela. “La gente no alcanza a imaginar el valor que adquiere la vida cuando uno está en una pandilla. Son tantos los que te la quieren quitar que uno se obliga a estar a ‘seis ojos’ para defenderse”.

Son numerosas las afrentas que le vienen a la memoria a Deivis González, entre ellas la vez que pandilleros de los sectores de California, 7 de Agosto, Santa María y Rincón Guapo se unieron para ir hasta El Pueblito a tirarle piedra a las casas, en una abierta provocación.

“Todos corrimos a lo alto del cerro y nos agarramos de las manos en un acto de voluntad para no pelear, pero no resistimos. Había un pelao que lloraba porque no quería pelear, su mamá le había pedido que dejara de hacerlo, y fue el primero que se soltó de las manos. En medio de un aguacero, la pelea duró como dos horas y media, nos enfrentamos con changonas, con champetas y con piedras porque esa es la bala que nunca se acaba; la Policía llegó y delante de ellos seguimos dándonos. Dos de mis amigos resultaron heridos. Después de eso algo empezó a cambiar en mí, yo me metía en las peleas por acompañar a mis amigos, pero no peleaba, me quedaba en una esquina viendo quién tiraba la piedra y a quién le caía”.

El cambio estaba por llegar. Ya hacia más o menos año y medio de esta vida azarosa. En una riña vio como los pandilleros de California salvaron a uno de los suyos que había quedado tirado en la calle tras recibir una pedrada en la cabeza. “Mis amigos iban para encima de él, se salvó porque sus amigos se lo llevaron rápido. Eso me hizo preguntarme ¿si no muero en una de estas riñas qué va a ser de mi vida a los 45 años?, yo mismo me respondí que sería un fracasado porque el tiempo que tenía para aprovechar estudiando lo estaba invirtiendo en pelear”.

El cambio

En hora buena, al barrio llegó una comisión de Distriseguridad proponiéndoles oportunidades de estudio a cambio de dejar las afrentas callejeras.

Deivis fue el primero en oponerse y como tenía amplia influencia sobre sus amigos retraso lo más que pudo el proceso.

“Creer en la propuesta no fue fácil porque antes ya había ido la Policía y otras entidades que nos habían prometido lo mismo y al final habían salido con nada. Lo que nos convenció de Distriseguridad fue su insistencia, fueron tantas veces que yo no sé como no se cansaron. Ellos decían venimos tal día a tal hora y ese día nos íbamos todos para la playa para que no nos encontraran. Al ver que ante esto ellos siguieron yendo, decidimos escucharlos”.

El cumplimiento fue la acción con la que la comisión de Distriseguridad se ganó la confianza de Los Poquiticos. “Ellos nos dieron un teléfono para que los llamáramos en caso de que las otras pandillas fueran al barrio a provocarnos. Nosotros pensamos que cuando esto ocurriera ellos no iban a ir al barrio, pero sí fueron. Los de California se metieron a destruir las casas, los llamamos y se presentaron con cámara de video para grabar la prueba de que nosotros no éramos los provocadores. Esa vez nos quedamos sanos. Eso nos convenció”.

La siguiente acción fue conminar a la Policía para que con su presencia evitara los enfrentamientos. El acuerdo, que aun sigue vigente, es que apenas la comunidad note que los miembros de un grupo adversario están rondando el sector con ánimo de buscar bronca, se le de aviso a los uniformados para que estos hagan acto de presencia y así disolver la situación.

Con un camino allanado en la confianza, Los Poquiticos dejaron ayudarse. Hoy día varios sólo trabajan la albañilería porque sus responsabilidades familiares y horarios de trabajo no les permiten estudiar. Otros sí están aprovechando las capacitaciones que Distriseguridad les ha ofrecido.

En el caso de Deivis, desde un principio, su misión en este proceso ha sido la de liderar a los jóvenes para que declinen en su voluntad de cambio.

En estos momento, él vive las satisfacciones de una vida distinta. Con el acompañamiento de Distriseguridad completó los requisitos para trabajar desde hace ya un año con los Vales de Almirante Padilla, otra iniciativa gubernamental orientada a vincular laboralmente a ciudadanos vulnerados en sus derechos económicos y sociales para que sea agentes que promocionen el buen uso del espacio público y las buenas prácticas ciudadanas.

Calle de La vida, un paso en cultura ciudadana

ANDRÉS PINZÓN SINUCO - EL UNIVERSAL
Cartagena, Colombia

Cuatro grafiteros de la ciudad deslumbraron con sus creaciones sobre las paredes de esta calle.
Cuatro grafiteros de la ciudad deslumbraron con sus creaciones sobre las paredes de esta calle.



Atrás quedaron los malos recuerdos de robos y el panorama sombrío que se cernía sobre la Calle 70B del barrio Daniel Lemaitre, en Cartagena.


Con un acto artístico de grafitis, juegos y música, realizado por estudiantes de las instituciones educativas Liceo de Bolívar y Santa María, la alcaldesa Judith Pinedo Flórez rebautizó esta vía de 220 metros lineales: ahora es la Calle de La Vida.

Cuatro grafiteros de la ciudad deslumbraron con sus creaciones sobre las paredes de esta calle.

Los dibujos los hicieron con base en bocetos provistos por los estudiantes de ambos planteles, quienes admiraron cada uno de los once grafitis hechos pero personas de la zona.
La alcaldesa Judith Pinedo Flórez celebró que esta vía de Daniel Lemaitre fuera el escenario de las creaciones artísticas, y nombró Guardianes de la Vida a los estudiantes del Liceo de Bolívar y del Colegio Santa María.

La alcaldesa Judith Pinedo Flórez celebró que esta vía de Daniel Lemaitre fuera el escenario de las creaciones artísticas, y nombró Guardianes de la Vida a los estudiantes del Liceo de Bolívar y del Colegio Santa María.

Reconocimiento


La Alcaldesa destacó en un breve discurso, mientras inauguraba la Calle de La Vida, a los alumnos que ayudaron en esta iniciativa distrital.

“Esta calle nos demuestra que es posible tener una ciudad para soñar, estos jóvenes dan ejemplo hoy (ayer) a la ciudad”, expresó la mandataria.

Además de la placa que renombró a la Calle 70B, también se divulgó el contenido del Decreto 0820 del 13 de agosto de 2010 que nombra como “Guardianes de la Calle de La Vida” a los transeúntes habituales de esta vía, cuya pavimentación total terminó el pasado 5 de agosto.

Algunos niños y niñas como Karen Puerta recordaron cada advertencia que les hacían sus padres a principios de año, para que no caminaran por esta vía.

“Mi mamá me decía que no ‘cogiera’ por el Callejón de La Muerte, que los hombres malos les hacían cosas a las mujeres. La calle también estaba llena de basura, no tenía luz, por eso queremos que siga limpia”, señaló la estudiante del Liceo de Bolívar.

La jornada que se inició a las 8 de la mañana, y participaron 90 gestores culturales del programa de la Alcaldía, Vales del Almirante Padilla.

Entre los actos artísticos más aplaudidos estuvo la presentación de música hip hop y break dance por parte de estudiantes de distintas edades, preparados por Pedro Francisco Pardo, conocido como Espectro, artista cartagenero.

Todas las actividades fueron posibles gracias a la estrategia Cartagena, veámonos mejor, impulsada por la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena, la Escuela de Gobierno y Liderazgo de Cartagena y Corpovisionarios.

Alejandra Ariza, coordinadora del proyecto de cultura ciudadana impulsado por Corpovisionarios en Cartagena, indicó que las actividades fueron pensadas para que los estudiantes desarrollaran confianza, y “de ahí los juegos y dinámicas (de riesgo) que hicieron, en los que le confiaban su seguridad física a los demás”.

De esta manera, la Calle de La Vida, transitada a diario por más de 600 vecinos de los barrios aledaños, se desmarca del estigma del pasado, cuando sus paredes enmarcaban los atracos y el miedo.

Once murales y grafitis fueron plasmados en las paredes de la recién bautizada Calle de La Vida, en el barrio Daniel Lemaitre.
Once murales y grafitis fueron plasmados en las paredes de la recién bautizada Calle de La Vida, en el barrio Daniel Lemaitre.


Los estudiantes se divirtieron con dinámicas dirigidas a reafirmar la confianza.
Los estudiantes se divirtieron con dinámicas dirigidas a reafirmar la confianza.

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